MUSEO OTEIZA

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La amistad entre Jorge Oteiza y Francisco Javier Sáenz de Oíza data desde sus trabajos para el santuario de Aranzazú y se prolonga en el tiempo, hasta esta obra, que ninguno de los dos vio culminada. Jorge quiso que fuera Oíza quien realizara en Alzuza, donde residió sus últimos años un Museo donde se recogiera su obra.

Un conjunto anaranjado que asoma entre el verde, pardo o amarillo de las colinas, una mezcla entre lo existente en piedra y lo nuevo en hormigón, una serie de lucernarios negros que destacan coronando el edificio. Un interior sorprendente, en el que el juego de las rampas y las diferentes aberturas de los muros otorga un valor escultórico a todo el conjunto.

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Como detalle, en el diminuto cementerio de Alzuza se encuentran las tumbas de Jorge Oteiza y su mujer, diseñadas por el escultor. Dos cruces cuyos palos se unen formando uno solo, descansando unidos en la eternidadIMG_0053

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